Por la manana del primero de septiembre de 1923, ocurrio el fuerte terremoto en la zona de Kanto, Japon.

En un santiamen, esta zona sumergio en un mar de fuego y todos fueron destruidos.

Entre los pobladores de la zona damnificada se elevaron las voces de protesta al gobierno que no tomaba medidas de socorro.

Atemorizadas ante eso, las autoridades japonesas intentaron dirigir el descontento de dichos pobladores a los coreanos residentes en Japon con el fin de aplacar la antipatia de ellos sobre el gobierno, por una parte y por la otra, tramaron un complot hororroso para aprovecharlo como una oportunidad consistente en reprimir y asesinar a los coreanos.

Para "convencer" a los japoneses la "necesidad" y la "legitimidad" de matarlos en masa, las autoridades japonesas inventaron el "rumor de rebelion de los coreanos" y declararon abiertamente asesinar despiadadamente a los coreanos calificandolos de "enemigos".

Segun la orden antietica de asesinato de las autoridades, los bestias japoneses reprimieron y mataron arbitrariamente con metodos salvajes a los coreanos valiendose de varias armas mortiferas como lanza de bambu, baston y enganche de hierro.

Los asesinos instalaron por doquier "puestos de control" y sometieron a los transeuntes coreanos a pronunciar la delicada lengua japonesa.

Y si se comprobaron como coreanos, los mataron sin piedad.

Ademas, asesinaron al poner en el dique a cada 10 coreanos atados como blanco para probar la capacidad de nueva ametralladora y quemaron a los coreanos atados con alambre de hierro.

En aquel entonces, el numero de los inocentes coreanos asesinados por los imperialistas japoneses llego a mas de 23 mil.

Los imperialistas japoneses deben darse clara cuenta de que no pueden borrar ni ocultar, aunque paso el tiempo, tales crimenes y liquidarlos canto antes.