Pyongyang, 31 de agosto (ACNC) -- Por la manana del primero de septiembre de 1923, un terremoto de 7.9 grados en la escala abierta de Richter hizo temblar la region de Kanto de Japon.

El subsiguiente incendio envolvio en llamas varias ciudades y aldeas de la zona dejando incontables muertos y desamparados.

El devastador terremoto de Kanto registrado en la historia no fue un simple desastre natural porque termino en la caza de coreanos residentes en Japon.

En aquel entonces, los habitantes damnificados endurecian las protestas al gobierno por no tomar medidas urgentes de socorro.

Por eso, las autoridades japonesas se vieron en la necesidad de calmar el sentimiento antigubernamental del pueblo para salir de la seria crisis sociopolitica en que cayeron por el terremoto.

En la reunion provisional de los ministros efectuada en la oficina del premier japones, se dio a la agencia de inteligencia la orden de usar todos los medios y metodos para tranquilizar la opinion publica.

Segun la orden, la agencia de inteligencia invento unos rumores para distraer la mirada critica del pueblo y enfocarla en la inocente comunidad coreana, tales como "los que provocan incendios y envenenan los pozos de agua potable son coreanos".

Por la tarde del 2 de septiembre, se impartio a los gobernadores regionales la orden de reprimir a los coreanos.

Seguidamente, se falsifico el "rumor de la insurreccion de coreanos" para convencer a los japoneses de que es "necesaria" y "legitima" la masacre de coreanos y se proclamo el decreto del rey japones no.401 para ese fin.

El gobierno reaccionario de Japon convoco la reunion extraordinaria del gabinete y organizo el cuartel general de la ley marcial de Kanto con los oficiales mas infames.

Hasta los pandilleros se sumaron a los militares y policias movilizados en la caza de coreanos.

Los asesinos japoneses instalaron por doquier los puestos de control y exigian a los que pasaban decir una palabra japonesa dificil de pronunciar por los coreanos.

A los que no la pronunciaron bien, los daban por coreanos y los mataban degollandolos o a modo de haraquiri.

Usando las armas mortiferas de todo tipo como rifles, espadas japonesas, punales, lanzas de bambu y ganchos de hierro, sacaron los ojos y cortaron las narices de los coreanos, para colmo, mataron hasta a las embarazadas desentranandoles el feto.

El numero de los coreanos asesinados salvajemente entonces sobrepasa 23 mil.

Japon no podra tergiversar ni ocultar jamas su historia de matanzas del pasado.