Hoy día, el Consejo de Seguridad de la ONU se mantiene en el estado de disfunción sin poder cumplir debidamente su importante responsabilidad de preservar la paz y seguridad internacionales.

Se puede buscar la causa de ello justamente en la llamada "Declaración Conjunta del G10", publicada por EE.UU. y sus seguidores.

Este documento, suscrito por algunos países miembros permanentes del Consejo de Seguridad, enviciados del extremado prejuicio y pauta de doble rasero, y unos países miembros de la ONU, habituados a dejarse llevar por EE.UU. sin distinguir siquiera si es justo o no lo que dice éste, no pasa de ser un papel intrigante que no tiene ninguna validez del derecho internacional ni influencia política.

El reciente lanzamiento del satélite de reconocimiento por parte de la RPDC constituye el ejercicio del legítimo y justo derecho a la autodefensa cuyo objetivo está en captar correctamente los graves movimientos militares de EE.UU. y sus satélites, que tienen un carácter agresivo cada día más evidente, y prepararse perfectamente al respecto.

¿Serían acaso "apóstoles de amistad y paz" los portaaviones, submarinos y bombarderos estratégicos, todos de propulsión nuclear, que EE.UU. ha despachado casi 30 veces en lo que va de año al umbral de la RPDC, si el Malligyong-1 lanzado al extenso universo fuera "ente amenazante" para los países firmantes de la "Declaración Conjunta"?

Los países del "G10" cuestionaron esta vez que el satélite de reconocimiento de la RPDC fue lanzado utilizando la tecnología de misil balístico.

Entones, ¿estarán ellos subiendo al cosmos sus satélites con un globo de goma o en el estado de ingravidez sin usar un cohete transportador que usa la tecnología igual a la de misil balístico?

La insistencia gangsteril de EE.UU. y sus seguidores, según la cual sólo la RPDC no puede ejercer el derecho al desarrollo del cosmos que merece cualquier país miembro de la ONU, es más una expresión típica de la más brutal y cínica violación de la soberanía, que niega la justificación de existencia de la RPDC, antes de ser un simple asunto de discriminación y dualidad.

Está clara nuestra posición.

Si bien lo que más interesa y gusta a EE.UU. es oprimir y perjudicar con despotismo y amenaza los derechos soberanos de los países independientes, la RPDC está interesada en ejercer en la medida suficiente sus universales derechos soberanos, como el lanzamiento de satélite, que puede tener cualquier país.

Por mucho que fabriquen las declaraciones de censura y apliquen las sanciones superduras, EE.UU. y sus satélites no podrán impedir el ejercicio de derechos soberanos de la RPDC ni conseguir nunca lo que desean.

Para poner en claro que no se salen con la suya la injerencia ilegal en asuntos internos ajenos y la pauta de doble rasero de EE.UU. y el Occidente contra los Estados soberanos e independientes, la RPDC ejercerá de manera digna y perfecta y sin vacilación alguna sus derechos soberanos, inclusive el lanzamiento de satélites. Y esto será una contribución al establecimiento de un nuevo orden internacional de carácter justo e imparcial.

Si EE.UU. y sus acólitos vuelven a atentar contra la soberanía de la RPDC pretextando las ilegales "resoluciones" del Consejo de Seguridad de la ONU, recaerá enteramente sobre ellos mismos la responsabilidad de cualquier consecuencia.