Se veían las banderas izadas a media asta en las instituciones de distintos niveles, fábricas, empresas, granjas, universidades y demás entidades capitalinas y locales desde la base siderúrgica en el norte del país hasta la llanura de la provincia de Hwanghae del Sur y los poblados en islotes apartados del Mar Este y el Oeste donde están registradas las huellas de guía del líder antecesor.

Todos los funcionarios, trabajadores, oficiales y soldados del Ejército Popular y jóvenes y estudiantes acudieron a las estatuas de bronce de los grandes hombres sin par, levantadas en las respectivas localidades, para rendir homenaje al gran Líder recordando las hazañas acumuladas en toda su vida para extender la historia de desarrollo de la RPDC a la de gloria y prosperidad eternas y sentar la base de potencia independiente.

Al mediodía del día 8, resonaron simultáneamente las sirenas en todas partes del país.

Todos los habitantes, uniformados del EPC, jóvenes y niños escolares guardaron 3 minutos de silencio dirigiéndose hacia el Palacio del Sol Kumsusan donde están conservados los restos del Presidente Kim Il Sung y el cielo de Pyongyang.

El bocinazo traducía el deseo del pueblo coreano de informar en lo mental al líder predecesor que el socialismo del tipo Juche, preparado por él dedicando toda su vida, marcha impetuosamente por la invariable ruta de independencia, autarquía y autodefensa bajo la guía del Comité Central del Partido y se hacen realidad sus anhelos en la tierra patria.